27 de octubre de 2013

Tendamos una mano de amor a los ex misioneros menos activos
  Por Suzanne Young, redactora del personal de Seminarios e Institutos

26 SEPTIEMBRE 2013

A pesar de haber disfrutado de misiones exitosas, algunos ex misioneros regresan a casa sólo para posteriormente derivar en la inactividad. El élder Perry ha enseñado que los padres, amigos y líderes pueden ayudar al tender una mano y ser buenos ejemplos.



A Josh le encantó su experiencia misional en la Misión California Ventura, pero encontró la transición de regresar a su hogar más difícil de lo que pensó que sería.

“Es muy difícil”, dijo. “Cuando llegué de mi misión, pensé que la vida sería muy diferente y no fue así”. Después de un año y medio de sentirme frustrado, Josh se inactivó durante unos ocho meses.

Josh dijo que su inactividad no fue inmediata, sino que sucedió durante varios meses. “No hacía mis oraciones todos los días, no estudiaba las Escrituras y poco después ya no estaba asistiendo a la Iglesia”, dijo él.

En un discurso de la Conferencia General de 2001, el élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, reconoció que “la adaptación después de salir del campo misional y el regreso al mundo que dejaron atrás a veces es difícil. Entonces preguntó: “¿No sería acaso éste un momento oportuno para realizar una autoevaluación a fin de determinar si todavía tenemos la misma relación con nuestro Padre Celestial que la que tuvimos con él en el campo misional?”. (“El ex misionero”, Conferencia General de octubre de 2001).

El élder Perry tuvo tres sugerencias para los ex misioneros: orar con más frecuencia, estudiar las Escrituras con regularidad y continuar compartiendo el Evangelio.

Orar con más frecuencia
“Si el mundo nos ha apartado de la práctica de la oración”, dijo el élder Perry, “entonces hemos perdido un gran poder espiritual”. Quizás sea el momento de reavivar nuestro espíritu misional a través de una oración más frecuente, constante y poderosa”.

Estudiar las Escrituras con regularidad
El élder Perry también alienta a ex misioneros a participar en el estudio diario personal de las Escrituras, así como a estudiarlas con compañeros de dormitorio, el cónyuge u otros miembros de la familia. “La práctica de tener clases regulares de estudio nos servirían para mantener claras las doctrinas del reino en nuestra mente y dejar de lado la intrusión persistente de las preocupaciones del mundo”, dijo.

Continuar compartiendo el Evangelio
Los ex misioneros no necesitan una insignia para compartir el Evangelio, dijo el élder Perry. “Hago un llamado a ustedes, ex misioneros, para que vuelvan a dedicar su vida, para que renueven su deseo y espíritu del servicio misional”.

A Jennifer también le encantó su misión de 18 meses en la Misión Canadá Edmonton. Cuando regresó, ella era activa hasta que conoció y empezó a salir con alguien que no era miembro de la Iglesia.

“Al final terminamos por causa de la religión”, dijo Jennifer. “Pero habíamos hablado tanto de eso que al final yo ya ni siquiera sabía en lo que creía. Decidí empezar a buscar en otras iglesias y ser más abierta a otras religiones”.

A diferencia de Josh, Jennifer no ha encontrado su camino de regreso a la actividad en la Iglesia. “No tengo ningún resentimiento para con la Iglesia”, dijo ella. “Me siento bendecida por haber crecido en la Iglesia SUD… pero todavía me siento confundida porque aún no tengo las respuestas a todo”.

Ya sea que usted sea un líder en la Iglesia, padre o cónyuge, el ver que alguien por quien se preocupa se está alejando de las sendas de la Iglesia y las enseñanzas del Evangelio nunca es fácil. Orson F. Whitney compartió este mensaje de esperanza: “Aunquealgunas delas ovejas podrían alejarse, el ojo del pastor está sobre ellas y tarde o temprano sentirán los tentáculos de la divina providencia tender la mano hacia ellas y acercarlas de nuevo al rebaño”, en Conference Report, abril de 1929, pág. 110).

Después de que Dan regresó de servir en la Misión Colorado Colorado Springs, consiguió un trabajo y se matriculó en la universidad. La universidad y el trabajo se dirigían en la dirección correcta, pero Dan pronto se desanimó con su vida social, en particular con las citas. “Estaba tratando de encontrar personas para pasar el rato y con las que me pudiera conectar, pero no había nadie en la Iglesia”, dijo él.

Los amigos de Dan bebían alcohol y con el tiempo Dan también empezó a beber. “Llegué al punto en que me sentía tan frustrado que seguí bebiendo todas las noches… Me sentí culpable de mis actos y sentí que no podía volver”.

El presidente Ken Peterson, presidente de misión de la Misión Ohio Cleveland entre los años 2006 y 2009, dijo que algunos ex misioneros menos activos, “se sienten marginados porque en su interior sienten que son personas decepcionantes. Como resultado, se alejan de aquellos que consideran que han decepcionado”.

Los padres, amigos y líderes pueden ayudar, dijo el presidente Peterson. “Sean un buen ejemplo sin predicar. Acérquense a ellos”.

Eso es exactamente lo que le sucedió a Dan, cuando él y sus compañeros de cuarto asistieron a la noche de hogar de su barrio. “[Los miembros del barrio] nos rodearon”, continuó Dan. “Me sentía bien y yo sabía que quería estar cerca de estas personas. Eran amables y acogedores”. Su experiencia esa noche fue algo que nunca olvidó. Después de cinco años de inactividad, Dan volvió a la Iglesia en 2012 y se casó recientemente en el Templo de Salt Lake.


Josh, Jennifer, Dan y todos están de acuerdo que criticar o reprender a los ex misioneros por no ir a la Iglesia sólo los aleja más. “No juzguen un libro por su cubierta”, dijo Josh. “No saben lo que está pasando en sus vidas. Lo más importante que hay que hacer es ser su amigo”.

Jennifer estuvo de acuerdo. “Nunca se sabe lo que están pasando”, dijo ella. Siento que a menudo la gente no conoce mi corazón; sólo juzgan”.

El presidente Peterson ha visto a algunos de sus propios misioneros alejarse y está de acuerdo con el comentario anterior. “Es importante que los amemos. Vivimos en un mundo difícil y muchas veces no somos completamente conscientes de sus luchas personales”.

El presidente Thomas S. Monson dijo: “La vida no es perfecta para ninguno de nosotros. En vez de ser prejuiciosos y críticos los unos con los otros, ruego que podamos sentir el amor puro de Cristo hacia nuestros compañeros de viaje en esta jornada por la vida. Que podamos reconocer que cada [uno] está haciendo lo mejor que puede para enfrentar los retos que surgen en su camino, y que nos esforcemos por hacer lo mejor que nosotros podamos para ayudar” (“La caridad nunca deja de ser”, Reunión General de la Sociedad de Socorro, septiembre de 2010).