27 de octubre de 2013

Tendamos una mano de amor a los ex misioneros menos activos
  Por Suzanne Young, redactora del personal de Seminarios e Institutos

26 SEPTIEMBRE 2013

A pesar de haber disfrutado de misiones exitosas, algunos ex misioneros regresan a casa sólo para posteriormente derivar en la inactividad. El élder Perry ha enseñado que los padres, amigos y líderes pueden ayudar al tender una mano y ser buenos ejemplos.



A Josh le encantó su experiencia misional en la Misión California Ventura, pero encontró la transición de regresar a su hogar más difícil de lo que pensó que sería.

“Es muy difícil”, dijo. “Cuando llegué de mi misión, pensé que la vida sería muy diferente y no fue así”. Después de un año y medio de sentirme frustrado, Josh se inactivó durante unos ocho meses.

Josh dijo que su inactividad no fue inmediata, sino que sucedió durante varios meses. “No hacía mis oraciones todos los días, no estudiaba las Escrituras y poco después ya no estaba asistiendo a la Iglesia”, dijo él.

En un discurso de la Conferencia General de 2001, el élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, reconoció que “la adaptación después de salir del campo misional y el regreso al mundo que dejaron atrás a veces es difícil. Entonces preguntó: “¿No sería acaso éste un momento oportuno para realizar una autoevaluación a fin de determinar si todavía tenemos la misma relación con nuestro Padre Celestial que la que tuvimos con él en el campo misional?”. (“El ex misionero”, Conferencia General de octubre de 2001).

El élder Perry tuvo tres sugerencias para los ex misioneros: orar con más frecuencia, estudiar las Escrituras con regularidad y continuar compartiendo el Evangelio.

Orar con más frecuencia
“Si el mundo nos ha apartado de la práctica de la oración”, dijo el élder Perry, “entonces hemos perdido un gran poder espiritual”. Quizás sea el momento de reavivar nuestro espíritu misional a través de una oración más frecuente, constante y poderosa”.

Estudiar las Escrituras con regularidad
El élder Perry también alienta a ex misioneros a participar en el estudio diario personal de las Escrituras, así como a estudiarlas con compañeros de dormitorio, el cónyuge u otros miembros de la familia. “La práctica de tener clases regulares de estudio nos servirían para mantener claras las doctrinas del reino en nuestra mente y dejar de lado la intrusión persistente de las preocupaciones del mundo”, dijo.

Continuar compartiendo el Evangelio
Los ex misioneros no necesitan una insignia para compartir el Evangelio, dijo el élder Perry. “Hago un llamado a ustedes, ex misioneros, para que vuelvan a dedicar su vida, para que renueven su deseo y espíritu del servicio misional”.

A Jennifer también le encantó su misión de 18 meses en la Misión Canadá Edmonton. Cuando regresó, ella era activa hasta que conoció y empezó a salir con alguien que no era miembro de la Iglesia.

“Al final terminamos por causa de la religión”, dijo Jennifer. “Pero habíamos hablado tanto de eso que al final yo ya ni siquiera sabía en lo que creía. Decidí empezar a buscar en otras iglesias y ser más abierta a otras religiones”.

A diferencia de Josh, Jennifer no ha encontrado su camino de regreso a la actividad en la Iglesia. “No tengo ningún resentimiento para con la Iglesia”, dijo ella. “Me siento bendecida por haber crecido en la Iglesia SUD… pero todavía me siento confundida porque aún no tengo las respuestas a todo”.

Ya sea que usted sea un líder en la Iglesia, padre o cónyuge, el ver que alguien por quien se preocupa se está alejando de las sendas de la Iglesia y las enseñanzas del Evangelio nunca es fácil. Orson F. Whitney compartió este mensaje de esperanza: “Aunquealgunas delas ovejas podrían alejarse, el ojo del pastor está sobre ellas y tarde o temprano sentirán los tentáculos de la divina providencia tender la mano hacia ellas y acercarlas de nuevo al rebaño”, en Conference Report, abril de 1929, pág. 110).

Después de que Dan regresó de servir en la Misión Colorado Colorado Springs, consiguió un trabajo y se matriculó en la universidad. La universidad y el trabajo se dirigían en la dirección correcta, pero Dan pronto se desanimó con su vida social, en particular con las citas. “Estaba tratando de encontrar personas para pasar el rato y con las que me pudiera conectar, pero no había nadie en la Iglesia”, dijo él.

Los amigos de Dan bebían alcohol y con el tiempo Dan también empezó a beber. “Llegué al punto en que me sentía tan frustrado que seguí bebiendo todas las noches… Me sentí culpable de mis actos y sentí que no podía volver”.

El presidente Ken Peterson, presidente de misión de la Misión Ohio Cleveland entre los años 2006 y 2009, dijo que algunos ex misioneros menos activos, “se sienten marginados porque en su interior sienten que son personas decepcionantes. Como resultado, se alejan de aquellos que consideran que han decepcionado”.

Los padres, amigos y líderes pueden ayudar, dijo el presidente Peterson. “Sean un buen ejemplo sin predicar. Acérquense a ellos”.

Eso es exactamente lo que le sucedió a Dan, cuando él y sus compañeros de cuarto asistieron a la noche de hogar de su barrio. “[Los miembros del barrio] nos rodearon”, continuó Dan. “Me sentía bien y yo sabía que quería estar cerca de estas personas. Eran amables y acogedores”. Su experiencia esa noche fue algo que nunca olvidó. Después de cinco años de inactividad, Dan volvió a la Iglesia en 2012 y se casó recientemente en el Templo de Salt Lake.


Josh, Jennifer, Dan y todos están de acuerdo que criticar o reprender a los ex misioneros por no ir a la Iglesia sólo los aleja más. “No juzguen un libro por su cubierta”, dijo Josh. “No saben lo que está pasando en sus vidas. Lo más importante que hay que hacer es ser su amigo”.

Jennifer estuvo de acuerdo. “Nunca se sabe lo que están pasando”, dijo ella. Siento que a menudo la gente no conoce mi corazón; sólo juzgan”.

El presidente Peterson ha visto a algunos de sus propios misioneros alejarse y está de acuerdo con el comentario anterior. “Es importante que los amemos. Vivimos en un mundo difícil y muchas veces no somos completamente conscientes de sus luchas personales”.

El presidente Thomas S. Monson dijo: “La vida no es perfecta para ninguno de nosotros. En vez de ser prejuiciosos y críticos los unos con los otros, ruego que podamos sentir el amor puro de Cristo hacia nuestros compañeros de viaje en esta jornada por la vida. Que podamos reconocer que cada [uno] está haciendo lo mejor que puede para enfrentar los retos que surgen en su camino, y que nos esforcemos por hacer lo mejor que nosotros podamos para ayudar” (“La caridad nunca deja de ser”, Reunión General de la Sociedad de Socorro, septiembre de 2010).

14 de octubre de 2013

Una Visión Eterna


CARLOS H. AMADO
Of the First Quorum of the Seventy
 Carlos H. Amado


“Extiendan su visión y reconozcan que tienen parentesco con Dios; eleven la vista y vivan dignos del sacerdocio que poseen.”
Siervo y servicio son palabras comunes en la Iglesia restaurada.

Alguien dijo: “El que no vive para servir no sirve para vivir”. Palabras sabias que se aplican a todo poseedor del sacerdocio. Una palabra que describe el sacerdocio es servicio; literalmente, todo hombre que recibe el sacerdocio es “llamado a servir”. El apóstol Pedro dijo que ustedes eran “… linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9). Ilustraré este concepto con un relato de la vida real.

María Coj era una joven miembro de la Iglesia que tenía 17 años y era la mayor de 8 hermanos. Había contraído una infección parasitaria, cisticercosis, al comer alimentos contaminados. Con el tiempo, el parásito en estado embrional formó un quiste en el cerebro de la jovencita, provocándole terribles dolores de cabeza y luego ceguera. Para aliviarle los dolores, fue necesario trasladarla desde su pueblo, Sololá, a la ciudad de Guatemala. Allí se agravó a causa de fuertes convulsiones por lo avanzado de la enfermedad. La mantenían con vida en un respirador artificial; evidentemente, no viviría mucho tiempo en esas condiciones.

Simultáneamente, Erika Alonzo, una niña miembro de la Iglesia de 12 años y parcialmente ciega, viajaba 22 horas en autobús desde Honduras a Guatemala para operarse de los ojos. Durante dos semanas esperó que llegara de los Estados Unidos una córnea joven para recibir el trasplante, pero no se conseguían. En esos días falleció María. Como la ceguera de la joven había sido causada por la presión del quiste en el cerebro, sus córneas eran sanas. Los padres de María autorizaron la donación. La operación tuvo éxito y el 12 de julio de 1993, Erika fue a Sololá a conocer a la familia Coj.

Asombrados, le preguntaron: “¿puedes ver?”, y ella les contestó: “Sí, veo todo con claridad”. Fue un encuentro muy espiritual. La hermana Coj, que no entendía mucho español porque su lengua madre es el cakchiquel, sintió de todos modos el espíritu y el amor que reinaba mientras conversaban. Gracias a la donación de la córnea de su hija, Erika ahora puede ver y disfrutar de cuanto la rodea. La muerte de una persona y el amor de sus padres fueron una bendición en la vida de otra. El milagro de la medicina actual de que alguien pueda ver con los ojos de otra persona es una asombrosa realidad.

Espiritualmente hablando, todos ustedes, jóvenes del Sacerdocio Aarónico, a través de los ojos de sus fieles padres, maestros, obispo, Apóstoles y profetas, pueden contemplar las bendiciones de esta vida y de la eternidad. Pueden descubrir así que, por medio de las donaciones pequeñas de tiempo, a diario, como el estudio de las Escrituras, la oración y la meditación, ellos les enseñarán que ustedes tienen algo divino en su interior.

Extiendan su visión y reconozcan que tienen parentesco con Dios; eleven la vista y vivan dignos del sacerdocio que poseen. Aprendan en la juventud a controlar sus pasiones, deseos y apetitos.

Prepárense seriamente para cumplir con la gloriosa responsabilidad de predicar las buenas nuevas de la Restauración, las cuales son: que Jesús es el Cristo y que no hay otro nombre dado en el cual haya salvación, que José Smith fue un profeta que, guiado por mensajeros divinos, restauró con poder y autoridad todas las ordenanzas y convenios que se encuentran en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. En todo poseedor

del sacerdocio debe arder la convicción personal de que la misión de Jesucristo fue única: como Hijo de un Padre Celestial Eterno y de una madre mortal especialmente escogida, llegó a ser el Unigénito, el Hijo de Dios, lo cual lo calificó para ser el Mediador, el Salvador y el Redentor del género humano.

Aunque lo calumniaron, escupieron, golpearon, azotaron y humillaron, permaneció “como una oveja muda ante sus escarnecedores” (Isaías 53:7). Murió a una edad temprana; era joven y fuerte, de sabiduría ¡limitada; cuando ustedes tengan 33 años lo comprenderán mejor. Su sacrificio fue doloroso pero imprescindible. Fue el primero que resucitó revestido de gloria y vida eterna.

La expiación del Hijo de Dios abrió la posibilidad para que todo el género humano pudiese volver a la presencia del Padre. Ahora nos dice que lo sigamos y que hagamos las cosas que le hemos visto hacer (véase 2 Nefi 31:12). Ahora, ustedes tienen el privilegio de servir dos años como misioneros con la única mira de glorificar a Dios y de edificar Su Reino (véase D. y C. 4:5). Durante ese tiempo, Cristo les refinará el espíritu, les moldeará el carácter e implantará en sus corazones los principios que les permitirán vivir con rectitud y gozo en esta vida y por la eternidad.

Puede que piensen que van a sacrificar mucho al alejarse de su familia o al dejar a un lado la educación, o incluso al dejar una vida cómoda. Otros tal vez se quejen de que la vida misional es rigurosa; sin embargo, los miles que ya han servido les testificarán que, al contar sus bendiciones, se han dado cuenta de que en realidad no han sacrificado nada.

Permítanme compartir con ustedes una experiencia de fe. El élder Hermelindo Coy era hijo único. Salió de su aldea, Senahú, por primera vez en su vida para entrar en el Centro de Capacitación Misional el 14 de marzo de 1991, y dejó sola a su mamá. Aunque tenía sólo dos años de ser miembro de la Iglesia y era muy tímido para hablar con la gente, su determinación de servir era grande. Había cursado menos de cinco años de escuela primaria en su idioma nativo kekchí, y el idioma oficial de Guatemala, el español, era una lengua extraña para él.

Durante su misión aprendió a vivir con dolor en una pierna y rara vez se quejaba. En agosto de 1992, además de sentir más dolor, notó que tenía algo anormal en la rodilla. Un examen médico diagnosticó que tenía cáncer en los huesos. Un estudio más minucioso reveló que el cáncer se había reproducido en el hígado, los pulmones y en el sistema linfático. En otras palabras, su enfermedad no tenía cura. El no entendía cuál era el problema ni la cansa ni la gravedad del mismo. Con la ayuda de un intérprete y con ejemplos de la vida del campo, se le ayudó a comprender que tenía poco tiempo de vida.

Nunca preguntó: ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? No se lamentó ni expresó sentimientos negativos. Fue obediente a todo lo que se requirió de él. Se le preguntó si deseaba volver a casa, pero él pidió quedarse en la misión hasta donde le fuera posible servir, o hasta que muriera.

Para octubre de ese mismo año ya caminaba con dificultad y requería la ayuda de un bastón; sólo podía trabajar algunas horas al día; en diciembre ya no podía caminar. Fue la primera vez que se sintió desanimado porque no podía trabajar. Su preocupación siempre había sido que quién cuidaría de su madre cuando él muriera.

En una de sus visitas, el presidente de misión le pidió que enseñara la doctrina básica de la Iglesia a su mamá, quien, junto con las misioneras de bienestar, permanecían con él las 24 horas del día. Cuando le enseñó a su mamá el plan de salvación en su lengua nativa, irradiaba seguridad y luz; enseñaba con poder y convicción.

A medida que sus fuerzas se agotaban, tenía más y más confianza en el Señor. En una ocasión en que el dolor era muy intenso, expresó en una oración: “Padre Celestial, yo no sé el día ni la hora en que moriré, pero espero que pronto me digas cuál va a ser mi nueva asignación”.

Murió en febrero de 1993. Su ejemplo fue una bendición para todos los misioneros, los líderes, los miembros e incluso los que no eran miembros que se enteraron de su valor y de su perseverancia hasta el fin. Su fe era tan simple que se contagiaba. Nunca temió la muerte y fortaleció a todos los que lo conocieron.

Mis queridos jóvenes, les prometo que si sirven con la misma fe que lo hizo el élder Coy, y si aceptan mirar

a través de los ojos de sus padres y líderes que los aman, tendrán un testimonio más fuerte, verán más allá de lo que ven ahora e iluminarán a los que ahora están espiritualmente ciegos y los prepararán para volver a Cristo. Levántense y hagan brillar su luz, sean como los más de 49.000 misioneros que hoy llevan luz, esperanza y conocimiento a los que lo necesitan. Agrego mi testimonio a los demás, de la divinidad de esta obra, en el nombre de Jesucristo. Amén.

16 de septiembre de 2013

Los futuros misioneros encuentran la forma de prepararse para servir
  Por Suzanne Young, redactora del personal de Seminarios e Institutos

8 AGOSTO 2013

El prepararse para el servicio misional es una responsabilidad personal, pero existen muchos recursos disponibles de ayuda en LDS.org y a través de las clases de preparación misional.
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PUNTOS DESTACADOS DEL ARTÍCULO

Los futuros misioneros se centran en maneras de prepararse para su misión.
LDS.org ofrece muchos recursos para el estudio personal y de preparación.
Las clases de preparación misional también pueden ayudar a preparar a los futuros misioneros para misiones exitosas.
- VÍNCULOS RELACIONADOS

Encuentre recursos adicionales de preparación misional.
Con los 29.000 misioneros nuevos que se esperan dentro de los próximos meses, más futuros misioneros se centran en maneras de prepararse antes de ingresar al Centro de Capacitación Misional. Aunque la preparación es una responsabilidad individual, hay muchos recursos disponibles que pueden ayudar.

LDS.org ofrece información sobre la preparación misional en la sección de Temas del Evangelio, así como las respuestas a preguntas frecuentes.

Los recursos para la preparación misional para el estudio personal, el cual es parte del nuevo sitio Mi función en la obra de salvación, enumera las referencias para ayudarle a entender los principios básicos. También se incluye las lecciones para estudiar por su propia cuenta, así como sugerencias para actuar sobre lo que ha aprendido.

También existen sugerencias para los padres, líderes y maestros, que incluyen reseñas de aprendizaje y enseñanza para el curso de preparación misional.

En la transmisión reciente para los maestros de seminario e instituto, el élder Russell M. Nelson dijo, “La reciente modificación de la edad mínima para el servicio misional de tiempo completo entraña muchas implicaciones para los maestros de seminario e instituto. Quizás los jóvenes que salgan a la misión tengan ahora menos tiempo para prepararse. De modo que el hogar, seminario, e instituto tienen la maravillosa oportunidad de ayudar en la preparación de los misioneros”.

Las clases de preparación misional, más conocidas como preparación para la misión, son para ayudar a preparar a futuros misioneros para que tengan éxito en la misión. Estas clases se ofrecen a través de los institutos locales, las estacas de jóvenes adultos solteros y los barrios. Los alumnos escuchan historias reales de la misión, estudian Predicad Mi Evangelio, planifican y preparan lecciones sobre los principios del Evangelio e incluso practican cómo enseñar estas lecciones a los demás, todo antes de entrar al Centro de Capacitación Misional.

El hermano Grayson Butler enseña en el Instituto de Salt Lake, el cual ha visto un aumento dramático en la inscripción en las clases de preparación misional desde el anuncio del cambio de la edad mínima de los misioneros. De hecho, este verano el Instituto de Salt Lake está ofreciendo siete cursos diferentes de preparación misional en comparación con una clase ofrecida el verano pasado.

El hermano Randy Osborne, maestro de preparación misional en los programas de Instituto de Sandy y Jordan, en Utah, dijo que el número de hermanas que asiste a su clase ha aumentado de un 20 por ciento a más de la mitad.

Kacee Greeff estudia su clase de preparación misional en el Instituto de Salt Lake. Los barrios y las estacas de jóvenes adultos solteros también pueden proporcionar las clases de preparación misional. Foto por Suzanne Young.
Se pide a los alumnos en la clase de preparación misional del hermano Osborne que preparen una lección de dos o tres minutos sobre cualquier tema, desde el arrepentimiento hasta la Restauración. Después de que escriban sus lecciones en un cuaderno que mantienen a lo largo del semestre, se les otorga oportunidades para practicar enseñando a los demás. Esto les da la oportunidad para enseñar a personas que no conocen y para recibir sugerencias y comentarios acerca de sus enseñanzas. El cuaderno que mantienen durante todo el semestre está lleno de mini lecciones que han preparado, y que llevarán consigo al CCM.

El hermano Butler empieza cada clase con una carta o un relato de un misionero que actualmente presta servicio en el campo misional para entusiasmar a sus alumnos. Ésta es una de las partes favoritas de Johanna Tovar en su clase de preparación misional. “Escuchar los relatos me está enseñando en lo que necesito centrarme en este momento, mientras tengo tiempo para prepararme”, dijo ella.

Jessica Liening, quien prestó servicio en la Misión California Long Beach, dijo que la clase de preparación misional que tomó en la Universidad Brigham Young la ayudó a prepararse. “Me ayuda a pensar como misionera y estar entusiasmada por servir. Definitivamente me puse a pensar acerca de mi misión y de las diferentes maneras de cómo me puedo preparar. [La clase] proporciona un entendimiento de la obra misional y nos mantiene pensando acerca de enseñar y compartir, incluso antes de que debamos hacerlo”.

Para encontrar una clase de preparación misional cerca de usted, visite institute.lds.org o pregunte a los líderes locales del sacerdocio.

20 de mayo de 2013


¿Por qué los misioneros deben ser moralmente limpios?




¿Por qué los misioneros deben ser moralmente limpios?

La dignidad personal es una parte esencial de tu preparación para servir en una misión debido a que necesitarás el Espíritu Santo y no puedes tener el Espíritu Santo a menos que seas limpio (véase D. y C. 42:14 y Helamán 4:24).
“Los misioneros que no se arrepientan… no pueden desafiar a otra persona para que lo haga… el Espíritu no los acompañará… Ustedes no pueden andar por… senderos prohibidos y esperar guiar a otras personas en el camino estrecho y angosto”.
—Élder Jeffrey R. Holland
En el video de arriba, el élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los doce Apóstoles, enseña por qué debes ser moralmente limpio e invita a “ser limpios” o “llegar a ser limpios”.

Obtén más información

31 de marzo de 2013

La preparación para servir

Preguntas frecuentes de los futuros misioneros y sus padres



Futuros misioneros


Tengo muchas preguntas acerca del servicio misional. ¿Quién es la persona indicada para contestarlas?

Hable con su obispo. Predicad Mi Evangelio y el Manual misional también son grandes recursos.

¿Cómo sé si soy digno y capaz de servir en una misión?

Si tiene dudas sobre su dignidad o limitaciones físicas o emocionales, debe hablar con su obispo o presidente de rama. Él le ayudará a entender los requisitos necesarios para el servicio misional.

¿Quién debe servir en una misión?

El presidente Thomas S. Monson dijo: “Afirmamos que la obra misional es un deber del sacerdocio, y alentamos a todos los Hombres Jóvenes que sean dignos y que son física y mentalmente competentes, a que respondan al llamado de servir. Muchas jovencitas también prestan servicio, pero no están bajo el mismo mandato de servir que los hombres. Sin embargo, les aseguramos a las hermanas jóvenes de la Iglesia que pueden hacer una valiosa contribución como misioneras y aceptamos con brazos abiertos su servicio”.

Aprenda más al ver el discurso de la sesión del sábado por la mañana del presidente Monson en la Conferencia General de octubre de 2012.

¿Tengo que comenzar mi servicio misional a los 18 (para los élderes) o a los 19 (para las hermanas)?

El presidente Monson dijo: “Me complace anunciar que, entrando en vigor de inmediato, todos los jóvenes dignos y capaces que se hayan graduado de la escuela secundaria o su equivalente, independientemente de dónde vivan, tendrán la opción de ser recomendados para la obra misional a los 18 años en lugar de a los 19. No estoy sugiriendo que todos los jóvenes servirán, o deban hacerlo, a esa edad más temprana. Más bien, basado en las circunstancias individuales, así como en la determinación de los líderes del sacerdocio, ahora tienen esa opción.

“Al meditar en oración la edad a la cual los jóvenes podrían comenzar su servicio misional, también hemos considerado la edad a la que las Mujeres Jóvenes podrían servir. Hoy me complace anunciar que las jóvenes dignas y capaces que tengan el deseo de servir, pueden ser recomendadas para el servicio misional a partir de los 19 años en lugar de los 21”.

Aprenda más al ver el discurso de la sesión del sábado por la mañana del presidente Monson en la Conferencia General de octubre de 2012.

¿Cómo me puedo preparar mejor para ser un misionero?

Hable con el Señor y sus líderes locales del sacerdocio para prepararse espiritual, física, mental, emocional y económicamente para el servicio misional.

¿Cuándo puedo enviar mis papeles para la misión?

Puede enviar sus papeles 120 días antes de que cumpla con todos los requisitos para servir.

¿Inicio mi entrevista con mi obispo del barrio de solteros o el obispo del barrio?

Si está asistiendo a un barrio de solteros, primero hable con su obispo del barrio de solteros. Él lo guiará y coordinará con el obispo del barrio basado en sus circunstancias personales.

¿Debo esperar hasta que haya ahorrado el dinero suficiente para ir?

Los misioneros y sus familias deben hacer los sacrificios apropiados para proporcionar apoyo financiero para una misión. Hable con su obispo para obtener información específica.

¿Debo satisfacer ciertos requisitos físicos para servir en una misión?

La salud física es una parte importante del servicio misional. Hable con su obispo para obtener más información.

¿Cómo es un día típico de un misionero?

Una forma de entender las actividades cotidianas misionales es ver un documental sobre los misioneros llamado El distrito. Información adicional acerca de los horarios de un misionero y lo que enseñará se pueden encontrar en Predicad Mi Evangelio.

¿Cómo me comunicaré con mi familia y amigos?

“Escriba a su familia cada semana en el día de preparación. Limite la correspondencia con los demás. Comparta sus experiencias espirituales” (Manual misional, pág. 20). Los misioneros pueden comunicarse con su familia y con el presidente de misión por correo electrónico, siguiendo las pautas aprobadas. Utilice el correo electrónico solamente en el día de preparación. Para obtener más información sobre la comunicación con familiares y amigos, consulte la página 20 del Manual misional.

Padres

Tengo muchas preguntas acerca del servicio misional. ¿Quién es la persona indicada para contestarlas?

Hable con su obispo. Predicad Mi Evangelio y el Manual misional también son grandes recursos.

¿Debe mi hijo o hija esperar para aplicar para el servicio misional hasta que haya ahorrado suficiente dinero para ir?

Los misioneros y sus familias deben hacer los sacrificios apropiados para proporcionar apoyo financiero para una misión. Hable con su obispo para obtener información específica.

¿Cómo puedo ayudar mejor a mi hijo o hija para prepararse para servir en una misión?

Usted conoce mejor a su hijo o hija. Hable con el Señor y sus líderes locales del sacerdocio para saber cómo ayudar a su hijo o hija a prepararse espiritual, física, mental, emocional y económicamente para el servicio misional.

¿Qué hará mi hijo o hija como misionero(a)?

Una forma de entender las actividades cotidianas misionales es ver un documental sobre los misioneros llamado El distrito. Información adicional acerca de los horarios de un misionero y lo que él o ella enseñará se pueden encontrar en Predicad Mi Evangelio.

¿Qué necesitará exactamente un misionero(a)? ¿Se proporciona una lista? ¿Qué sucede si él o ella olvida algo?

Se proporciona una lista completa de las cosas necesarias con el paquete del llamamiento misional. Él o ella se comunicará con usted si necesita algo durante el transcurso de la misión.

¿Cuál es mi función y responsabilidad como padre o madre de un misionero(a)?

El apoyo y aliento de los miembros de la familia es muy útil para un misionero. Éstos se puede proporcionar por medio de cartas y correos electrónicos semanales.

¿Cómo me comunicaré con mi hijo o hija?

Les animamos a apoyar y edificar a su misionero por medio de correos electrónicos y cartas semanales. El misionero también llamará a su casa en Navidad y una vez durante el año (por lo general en el día de la madre).

¿Cómo puedo apoyar mejor a mi misionero mientras él o ella está en una misión?

Cuando se comunique con su misionero, sea edificante y ayúdelo(a) a centrarse en el sagrado llamamiento de misionero, en lugar de las cosas que él o ella ha dejado atrás temporalmente.

4 de marzo de 2013





Los miembros son la clave en la productividad del incremento del número de misioneros

  Por R. Scott Lloyd, redactor de Church News
  • 20 FEBRERO 2013

El élder Bryan Borrayo, de la Ciudad de Guatemala, Guatemala (frente) y el élder Carlos Arias Bermudez, de North Ogden, Utah, recorren un vecindario de un barrio de South Phoenix.  Foto por Jill Adair.




  • “Creo que el Espíritu del Señor tiene una influencia sobre esta generación de una manera que nunca antes habíamos visto que ocurriera, al menos no en mi vida, como resultado de una instrucción o anuncio específico que hizo el presidente de la Iglesia”. —Élder David F. Evans, de los Setenta

Con esa única palabra, el formulario refleja la alegría, entusiasmo y gratitud que los jóvenes Santos de los Últimos Días han demostrado desde que el presidente Thomas S. Monson hizo su trascendental e histórico anuncio en la Conferencia General de octubre pasado sobre la nueva norma de la disminución en la edad para la elegibilidad para la misión, de 18 años para los hombres jóvenes y de 19 años para las mujeres jóvenes.Una sola palabra en un formulario de aceptación del llamamiento misional recibido recientemente en las Oficinas Generales de la Iglesia, fue elocuente por su brevedad. En el espacio para la respuesta estaba la palabra “¡Sí!!!” escrito a mano con letras coloridas y grandes.
La respuesta fue inmediata y sin precedentes. Continúa hoy en día, hasta el punto de que el número de la fuerza misional de la Iglesia ahora supera los 60.000 por primera vez en muchos años.
“Estamos encantados con la respuesta”, dijo el élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, en una entrevista reciente, reconociendo el sacrificio de tantos jóvenes, matrimonios mayores y las familias que los apoyan.
“El primer sentimiento es de un profundo agradecimiento por el compromiso y la consagración de las familias de estos misioneros”, dijo el élder Nelson, quien es el presidente del Comité Ejecutivo Misional de la Iglesia.
“Surge la pregunta sobre qué haremos con todos estos misioneros”, dijo, “y la respuesta es que los misioneros harán lo que los misioneros han hecho siempre. Predicarán el Evangelio. Ellos enseñarán, testificarán, rescatarán y bendecirán la vida de los hijos de Dios”.
La gran cantidad de respuestas como resultado del cambio se ilustra en el número de misiones nuevas que se están creando este año. Como se muestra en elreciente anuncio, hay 58 misiones nuevas, aumentando el número de 347 a 405.
“Creemos que los miembros son la clave para hacer que este gran número de misioneros sean particularmente productivos”, comentó el élder Nelson.
“Tenemos que ser más eficientes en el uso del valioso tiempo y servicio de los misioneros, lo que significa que los miembros, el consejo de barrio y los líderes misionales de barrio ahora tendrán que unir sus esfuerzos, al hacer que los misioneros estén disponibles en unidades individuales de la Iglesia”.
El élder Nelson agrega: “Esperamos que nuestros consejos de barrio y los líderes misionales de barrio jueguen una función activa en llenar las agendas diarias para estos misioneros, para que tengan citas con un propósito, sean significativas y pertinentes para rescatar a los miembros menos activos de la Iglesia y a sus amigos no miembros y parientes que están entre nosotros”.
El élder David F. Evans, de los Setenta, Director Ejecutivo del Departamento misional, dijo que la magnitud de la respuesta no era del todo inesperada.
Aun así, “es tan gratificante ver que lo que se imaginó la Primera Presidencia y los Doce, al tener fe, valentía y responder a las impresiones espirituales profundas acerca de realizar este cambio, ha dado sus frutos”, dijo.
Más allá de ser significativo, el aumento en el interés en servir en una misión es sostenible, dijo el élder Evans.
“Por supuesto, habrá un aumento que durará unos tres años”, dijo él, refiriéndose al número de jóvenes que ya estaban ansiosos esperando para servir en una misión y ahora pueden servir como resultado de la disminución en la edad para la elegibilidad.
“Pero lo que estamos haciendo es edificar y crear misiones para lo que esperamos será necesario después de la cantidad de misioneros que tendremos debido a este aumento. Así que esperamos no tener que cerrar ninguna misión a medida que avanzamos; creemos que 405 es el número adecuado para manejar el aumento de misioneros después de este incremento”.
Por lo tanto, incluso después de este aumento, el número de misioneros será mucho más alto de lo que es hasta ahora, dijo el élder Evans.
“Además, hay una gran cantidad de matrimonios mayores que han escogido servir”, agregó. “Me considero joven, pero mi generación está empezando una edad en la que podrían servir otra vez.
“Por lo tanto, como el presidente Monson ha llamado a más misioneros, vemos que hay más parejas que toman esa decisión, mientras aún están lo suficientemente fuertes como para servir de manera activa y servir de nuevo. Eso ha sido muy, muy gratificante. Y yo haría hincapié en que no sólo necesitamos jóvenes élderes y hermanas, sino que necesitamos más matrimonios misioneros, y siempre vamos a necesitar matrimonios misioneros. Ellos ayudan de manera notable”.
Como lo hizo el élder Nelson, el élder Evans dijo que la obra misional funciona mejor si los miembros y los misioneros trabajan juntos “y si los miembros y sus líderes reconocen que no es una carga tener más misioneros, sino que ésta es la mayor oportunidad para tener un recurso más grande para ayudar como nunca antes hemos tenido.
El élder Evans reconoció que serán necesarios algunos sacrificios adicionales, en especial las familias que ahora tienen más de un misionero que presta servicio al mismo tiempo.
“Pero les digo que ésta va a ser la época más maravillosa”, exclamó. “Si alguna vez han tenido a un misionero en la misión, saben que no hay nada más dulce que una familia reunida y orando por su hijo o hija, o su hermano o hermana —o a veces, sus padres o abuelos— pidiendo al Señor que los bendiga mientras sirven una misión. Nada, en realidad, es más motivador para las familias que tener a alguien prestando servicio y tener esa oportunidad para reflexionar sobre nuestro propio compromiso de ayudar a las demás personas que nos rodean y llevar las bendiciones del Evangelio a la vida de los demás”.

El élder Ernest P. Robison y la hermana Anneke Robison, de la Misión Utah Salt Lake Central sirven como misioneros de tiempo completo en la Estaca Murray Norte, Utah. Fotografía por Sarah Jane Weaver.
En cuanto a los jóvenes futuros misioneros, el élder Evans dijo que su entusiasmo y dedicación se refleja en la carta que recibió de un joven miembro de su barrio en la época navideña. El joven informó que él y sus amigos están hablando y comportándose de forma diferente porque tienen su mira puesta en ser misioneros pronto.
“Creo que el Espíritu del Señor tiene una influencia sobre esta generación de una manera que nunca antes habíamos visto que ocurriera, al menos no en mi vida, como resultado de una instrucción o anuncio específico que hizo el presidente de la Iglesia”, dijo él.
Los jóvenes, dijo él, pueden prepararse ahora, en primer lugar al leer el Libro de Mormón y así obtener el testimonio base del evangelio de Cristo.
“Además de eso, deben actuar según su fe”, dijo él. “Deben estar guardando los mandamientos y deben vivir de una buena manera”.
No deben complicarse demasiado la manera de vivir el Evangelio, dijo él. “Simplemente sean buenos. Saben lo que deben hacer y el Espíritu Santo les avisará sobre las cosas que no deberían hacer”.
Los jóvenes deben centrarse en la dignidad del templo, aconsejó. “En concordancia con las palabras de los profetas en la actualidad, participen en historia familiar y la obra del templo a tal punto que lo hagan estén donde estén.
“El resultado natural de ello es el deseo de compartir el Evangelio. Sentirán la bondad de ello ustedes mismos y desearán compartirlo con otras personas”.
Él reconoció que para los jóvenes que se acercan a los 18 años, el futuro servicio misional de repente se aproxima y, para algunos, puede resultar intimidatorio.

Los misioneros en el Distrito San Clemente, de la Misión California Carlsbad, participan en la reunión de distrito en el centro de Estaca California San Clemente. De izquierda a derecha, la hermana Noelle Longhurst, de Layton, Utah; la hermana Leen Nauta, de Bora Bora; el élder Reef Johnston, de Bozeman, Montana; el élder Justin Stedman, de Taylor, Arizona; el élder Anthony Wright, de Draper, Utah; y el élder Chase Stevens, de Washington, Utah. Foto por Alan Gibby.
“El presidente Monson dijo que no es un mandamiento que todo joven de 18 años deba ir, o que toda jovencita vaya a los 19 años, pero dijo que ahora cada uno tiene la opción de hacerlo, y en consejo con sus padres, sus líderes del sacerdocio y su Padre Celestial deben averiguar qué deben hacer”.
Agregó: “Pero una vez que sepamos lo que debemos hacer, entonces es imperativo que cada uno de nosotros obre con fe, para caminar a la orilla donde comienza la luz, y tal vez algunos pasos más allá, desde donde no podemos siquiera distinguir entre el final y el principio, pero saber que es en esa dirección en la que debemos de ir. Cuando andamos con fe, todas las respuestas vienen”.
El élder Evans afirmó: “Se va a requerir fe. Se va a tener que hacer cambio de planes. Va a ser una experiencia maravillosa. Y habrá miles y miles de jóvenes de esta Iglesia que crecerán impresionantemente como resultado de hacer exactamente lo que el presidente Monson pidió que hagan, lo cual es deliberar en consejo con sus padres, hablar con su obispo y presentar todo al Señor para saber lo que Él desea que hagan. ¡Y entonces hacerlo!”.

La hermana Eloisa Cirne, de la Estaca Phoenix, Arizona, se reúne con los misioneros que sirven en su estaca: el élder Scott Larsen (centro), de Skaneateles, Nueva York, y Juan Castaños, de Richmond, Virginia. Foto por Jill Adair.

22 de febrero de 2013


El Distrito



Estos segmentos de videos muestran misioneros, miembros e investigadores de la vida real y en situaciones misionales sin guion, improvisadas y actuales.

https://www.lds.org/callings/missionary/the-district?lang=spa

8 de febrero de 2013


Unas palabras para el misionero indeciso














MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA
Unas palabras para el misionero indeciso
POR EL PRESIDENTE DIETER F. UCHTDORF
Segundo Consejero de la Primera Presidencia

Unas palabras para el misionero indeciso
Los discípulos de Jesucristo siempre han tenido la obligación de llevar Su evangelio al mundo (véase Marcos 16:15–16); sin embargo, a veces se nos hace difícil abrir la boca y hablar de nuestra fe a los que nos rodean. Mientras que algunos miembros de la Iglesia tienen un don natural para hablar de religión con las personas, otros se muestran un tanto indecisos o se sienten incómodos, avergonzados o incluso temerosos de hacerlo.

Con ese fin, quiero proponer cuatro cosas que cualquier persona puede hacer para cumplir con la comisión del Salvador de predicar el Evangelio “a toda criatura” (D. y C. 58:64).

Sean una luz
Uno de mis dichos favoritos que muchas veces se atribuye a San Francisco de Asís, dice: “Prediquen el Evangelio en todo momento y, si es necesario, empleen palabras”1. Lo implícito en ese dicho es que muchas veces los sermones más potentes son los que no se expresan en forma hablada.

Si tenemos integridad y somos constantes en vivir de acuerdo con nuestras normas, la gente lo nota; y si irradiamos gozo y felicidad, lo notan aún más.

Toda persona quiere ser feliz, y cuando los miembros de la Iglesia irradiamos la luz del Evangelio, la gente ve nuestra felicidad y percibe el amor de Dios que llena nuestra vida hasta inundarla, y quieren saber el porqué; quieren entender nuestro secreto.

Eso los lleva a hacer preguntas como: “¿Por qué eres tan feliz?” o “¿Cómo puedes tener siempre una actitud tan positiva?”. Por supuesto, las respuestas a estas preguntas son perfectas para llevar a una conversación sobre el evangelio restaurado de Jesucristo.

Anímense a conversar
Sacar el tema de religión, particularmente entre amigos y otros seres queridos, puede resultar intimidante y difícil; pero no tiene por qué ser así. El mencionar experiencias espirituales o hablar de actividades o sucesos de la Iglesia en una conversación casual puede ser fácil y agradable si aplicamos un poco de valor y sentido común.

Harriet, mi esposa, es un ejemplo extraordinario de eso. Cuando vivíamos en Alemania, ella encontraba la forma de mezclar temas relacionados con la Iglesia en sus conversaciones con amigos y conocidos. Por ejemplo, si alguien le preguntaba cómo había sido su fin de semana, decía: “El domingo tuvimos una experiencia admirable en la Iglesia: frente a nuestra congregación de doscientas personas, un jovencito de dieciséis años dio un hermoso discurso sobre el tema de llevar una vida limpia”. O “Me contaron de una señora que tiene noventa años y tejió más de quinientas frazadas que donó al programa humanitario de nuestra Iglesia para que las enviaran a gente necesitada de todo el mundo”.

La mayoría de las veces las personas que la escuchaban querían saber más y le hicieron preguntas; eso condujo a oportunidades de hablar sobre el Evangelio de forma natural, confiada y respetuosa.

Con la aparición de internet y los medios sociales de difusión, actualmente es más fácil que nunca hablar sobre esos temas en conversaciones casuales. Lo que nos hace falta es, sencillamente, el valor de hacerlo.

Sean muy corteses
Lamentablemente, es muy fácil ser desagradable; demasiado a menudo discutimos acaloradamente, menospreciamos y condenamos. Si nos enojamos y somos groseros e hirientes con las personas, lo último que querrán será saber algo más sobre nosotros. Es imposible saber cuánta gente se ha apartado de la Iglesia o no se ha unido a ella porque alguien les dijo algo que los hirió u ofendió.

Existe tanta descortesía en el mundo de hoy. Debido a la condición anónima del internet, es más fácil que nunca poner en línea expresiones dañinas e irritantes. Ya que somos discípulos de nuestro bondadoso Cristo, llenos de esperanza, ¿no deberíamos nosotros tener una norma más elevada y caritativa? Las Escrituras nos enseñan: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6).

Me gusta la idea de que nuestras palabras sean claras como un cielo despejado y llenas de gracia. ¿Pueden imaginar lo que serían nuestras familias, nuestros barrios, nuestras naciones e incluso el mundo si adoptáramos ese sencillo principio?

Estén llenos de fe
En cuanto a que los demás acepten o no el Evangelio, a veces nos damos demasiado crédito o nos echamos demasiada culpa; es importante recordar que el Señor no espera que seamos nosotros quienes convirtamos a las personas.

La conversión no tiene lugar por nuestras palabras sino mediante las ministraciones celestiales del Santo Espíritu. A veces, todo lo que se requiere para motivar un corazón a que se ablande o para abrir una puerta que lleve a otra persona a percibir verdades sublimes por las impresiones del Espíritu, es una sola frase de nuestro testimonio o sobre una experiencia particular.

El presidente Brigham Young (1801–1877) dijo que supo que el Evangelio era verdadero cuando “[vio] a un hombre sin elocuencia ni talentos para hablar en público que sólo pudo decir: ‘Yo sé, por el poder del Espíritu Santo, que el Libro de Mormón es verdadero, que José Smith es un Profeta del Señor’”. El presidente Young agregó que cuando escuchó ese humilde testimonio, “el Espíritu Santo que procedía de aquel individuo [iluminó] mi entendimiento y [percibí] la luz, la gloria y la inmortalidad manifiestas ante mí”2.

Hermanos y hermanas, tengan fe. El Señor puede magnificar las palabras que pronuncien y hacerlas poderosas. Dios no les pide que conviertan a las personas sino que abran la boca; ustedes no tienen la tarea de convertir, eso les corresponde a la persona que escucha y al Santo Espíritu.

Todo miembro un misionero
Mis queridos amigos, en nuestros días existen más vías que nunca para que abramos la boca y compartamos las gozosas nuevas del evangelio de Jesucristo con los demás. Hay una forma de que todos participen en esta gran obra, incluso el misionero indeciso. Cada uno de nosotros puede buscar una manera de utilizar nuestros talentos e intereses particulares a fin de apoyar la gran obra de llenar el mundo con luz y verdad. Al hacerlo, hallaremos el gozo que reciben los que son lo suficientemente fieles y valientes para “ser testigos de Dios en todo tiempo” (Mosíah 18:9).

Cómo enseñar con este mensaje
Una manera eficaz de enseñar es alentar “a quienes enseña para que establezcan… metas que puedan ayudarles a vivir el principio que se les haya enseñado” (La enseñanza: El llamamiento más importante, 2000, pág. 207). Consideren la idea de invitar a aquellos a quienes enseñan a orar para establecer una meta de compartir el Evangelio con una o más personas este mes. Tal vez los padres quieran hablar de las formas en que los niños más pequeños podrían contribuir; y ustedes también pueden ayudar a los miembros de la familia a analizar o ensayar maneras de sacar el tema del Evangelio en conversaciones y a pensar en futuras actividades de la Iglesia a las cuales puedan invitar a un amigo.

Jóvenes
Compartir con una amiga
Por Adriana Vásquez, Colombia
Un día, mientras estudiaba para mi clase de seminario, tuve una impresión hermosa y clara; al leer la lección para el día siguiente, vi el rostro de una amiga de la escuela y tuve la fuerte impresión de que debía compartir mi testimonio con ella.

A pesar de la claridad de esa impresión, tenía miedo. Me preocupaba que mi amiga me rechazara, sobre todo porque no parecía ser la clase de persona que estuviera interesada en unirse a la Iglesia.

 Recordé un discurso de la hermana Mary N. Cook, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, en el cual nos instó a trabajar con tenacidad y a ser valientes1.Yo quería ser así, de manera que le escribí una carta a esa muchacha donde le testifiqué de la veracidad de la Iglesia y de mi amor por el Libro de Mormón. Al día siguiente coloqué en su mochila un ejemplar del Libro de Mormón junto con la carta.

 Para mi sorpresa, mi amiga se mostró muy receptiva al Evangelio y, a partir de ese día, me contaba lo que había aprendido en su estudio del Libro de Mormón. Unas semanas más tarde, le presenté a los misioneros y casi de inmediato ella recibió una confirmación del Espíritu Santo de que lo que estaba aprendiendo era verdadero. Los misioneros y yo nos emocionamos cuando ella nos habló de sus sentimientos. Al poco tiempo, mi amiga se bautizó y sus padres se sorprendieron al ver los cambios que se habían producido en ella.

 Estoy muy feliz de haber superado mis temores y de haber ayudado a llevar el Evangelio a su vida.

Nota

  1. Véase Mary N. Cook, “¡Nunca, nunca, nunca se den por vencidas!”, Liahona, mayo de 2010, págs. 117–119.
Niños
Puedo ser una luz para los demás
El presidente Uchtdorf dice que a fin de ser una luz para los demás, nuestras palabras deben ser “claras como un cielo despejado y llenas de gracia”. Nuestras palabras deben ser alegres, honestas y amables. ¿Qué puedes hacer o decir a fin de ser una luz para los demás? Para encontrar un mensaje oculto en los cuadros, colorea de negro aquellos en los que aparezcan expresiones o acciones crueles o hirientes.

“Gracias”

Sé feliz

Sé un pacificador

“Compartiré contigo”

Sé cortés

“Lo siento”

Discutir

“Me da gusto verte”

Pelear

“Me encantaría ayudar”

“Por favor”

Sé amable

“Quítate de mi camino”

“Te quiero”

“De nada”

Enojarse

“Bien hecho”

Hacer un cumplido

“Seamos amigos”

Ignorar

Ayudar a alguien

Ofender

Chismear

Acosar

Sé amable

Podrías escribir en tu diario cinco cosas buenas que pienses decir a los miembros de tu familia o a tus amigos.

Mostrar referencias


http://www.lds.org/liahona/2013/02/a-word-for-the-hesitant-missionary?lang=spa&country=mx

21 de enero de 2013



¿Cuándo debería servir?


Cuando se anunciaron los cambios en la edad de elegibilidad para misioneros, es posible que tu “plan de vida” se haya modificado y ya no estés seguro sobre cuándo deberías ir a la misión. Cuándo servir en una misión es una decisión importante. Sigue leyendo para encontrar sugerencias útiles acerca de cuándo debes prestar servicio y cómo prepararte para estar listo cuando el Señor te necesite.

¿Cuándo puedo ir?

Ahora los jovencitos pueden ir a la misión a los 18 años, siempre y cuando hayan terminado la escuela secundaria. Pero sólo porque ahora pueden servir antes, no significa que tienen que hacerlo. En una conferencia de prensa [en inglés] posterior al anuncio de los cambios de edad, el élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, declaró: “No estamos sugiriendo que todos los hombres jóvenes vayan o deban servir antes. Muchos aún prefieren comenzar a los 19 años o más adelante”.


Ya sea que decidas ir antes o después, puedes enviar la documentación de la recomendación misional 120 días antes de la fecha en que desees iniciar tu servicio como misionero. Independientemente de cuándo vayas, deberás estar preparado para cumplir con los requisitos espirituales y físicos. Recuerda que lo importante no es la edad que tengas, sino cuán preparado estés.

“Si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra… y fe, esperanza, caridad y amor, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios, lo califican para la obra” (D. y C. 4:3–5).

¿Cómo puedo prepararme?

Si no lo has hecho ya, adquiere y mantén una rutina diaria del estudio de las Escrituras. Además de estudiar las Escrituras, especialmente el Libro de Mormón, estudia Predicad Mi Evangelio y el Manual misional. Debes ser capaz de enseñar las lecciones que se encuentran en el capítulo tres de Predicad Mi Evangelio, así como tener un testimonio personal. No es necesario tener todas las respuestas, pero debes saber cómo encontrar las que necesitas a través del estudio y la oración. No importa si sientes que necesitas mejorar en algunas áreas. Elabora un plan para fortalecer tus debilidades y síguelo.

Prepárate ahora a fin de estar listo para servir cuando llegue el momento. Sabrás cuándo lo estarás a medida que consultes con tus padres y líderes de la Iglesia con espíritu de oración.
Los misioneros también deben ser capaces de cuidar de sí mismos, incluso lavar la ropa, coser botones, preparar comidas, vivir dentro de un presupuesto, etc. Asegúrate de practicar una higiene adecuada y de cumplir con los requisitos físicos. Esto puede implicar aprender nuevas habilidades o cómo vivir de manera más saludable.

¿Qué debo hacer con la universidad?

Si tienes previsto asistir a la universidad, es una buena idea seguir adelante e inscribirte en los plazos normales mientras aún estás en la escuela secundaria. Una vez que te acepten puedes solicitar un aplazamiento en la mayoría de las universidades, en caso de que decidas servir justo después de graduarte de la escuela secundaria. De este modo estarás preparado para seguir avanzando después de tu misión.

¿Cómo sabré cuándo estoy listo para servir en una misión?

Reunirte con tu obispo te ayudará a saber cuándo estarás listo para servir. El élder Nelson explicó: “Estos ajustes en la edad son unas opciones nuevas que están disponibles para que los obispos evalúen qué es lo mejor para cada uno de sus jóvenes. Los jóvenes y las jovencitas no deben comenzar su servicio antes de que estar tanto temporal como espiritualmente”. Muchos factores, tales como la escuela, la salud, la dignidad, las finanzas o la preparación, afectan a cuándo debes servir. Considera todas las opciones con espíritu de oración. La oración constante y las reuniones regulares con tus líderes locales del sacerdocio te ayudarán a saber cuándo estarás lo suficientemente preparado.

Preparación económica


Los misioneros y sus familias deben hacer los sacrificios apropiados para proporcionar el sostén económico para una misión. Consulta con tus padres y tu obispo en cuanto a tu situación específica.

¿Cómo comienzo el proceso de recomendación para misioneros?

Si tú y tu obispo habéis determinado que estás listo, él establecerá una cuenta que te permita acceder al sistema en línea de recomendación misional y comenzará la documentación para tu misión. Algunas de las cosas que necesitas hacer incluyen un examen médico, actualizar tus vacunas y obtener una aprobación de salud dental. También se te pedirá proporcionar información personal y enviar una foto tuya.

¿Cuándo puedo ir al templo?

Una de las más grandes bendiciones relacionadas con la preparación para tu misión es la oportunidad de recibir la investidura del templo después de recibir el Sacerdocio de Melquisedec y tu llamamiento misional. Tú y tus padres debéis trabajar con tu obispo para decidir cuándo estarás listo para hacer y guardar los convenios sagrados. Estudia el manual de preparación para el templo y asegúrate de que tu conducta esté en consonancia con las normas de dignidad del templo.

Prepárate ahora

Prepárate ahora a fin de estar listo para servir cuando llegue el momento. Sabrás cuándo lo estarás a medida que consultes con tus padres y líderes de la Iglesia con espíritu de oración.

Aprende más sobre cómo prepararte para servir una misión en la sección La preparación para servir.

Encuentra respuestas a preguntas frecuentes acerca de cómo prepararte para servir.

Lee “Preparándose para servir: Sugerencias para las Mujeres Jóvenes ”.



TEMAS: Preparación misional


//www.lds.org/youth/article/when-should-i-serve?lang=spa


7 de enero de 2013

El seminario es una herramienta que ayuda en la preparacion de una mission